De la memoria de un pueblo dependen en buena medida tanto su propia identidad, como su cultura, sus tradiciones, su presente y su futuro. La historia de algo, de alguien, de muchos, no es tan solo un intento de reconstruir su pasado, sino que pretende ser también una explicación del porque de lo que ahora son.
Nos proponemos aquí realizar un recorrido a lo largo del devenir histórico de una hermandad paradeña, la del DULCE NOMBRE DE JESUS Y SANTO ENTIERRO DE CRISTO, que así se denomino desde sus primeros tiempos.
Para ello debemos acudir a las fuentes disponibles, siendo de destacar para los siglos XVII, XVIII y XIX la documentación conservada en el archivo parroquial de Paradas y que actualmente custodia la Hermandad y Cofradía del Santo Entierro de Paradas. Nos referimos concretamente a dos volúmenes, uno con documentación correspondiente a los siglos XVII y XVII, y el segundo, que enlazaría con el anterior y que nos lleva prácticamente hasta la tercera década de nuestro siglo.
Es, por desgracia, una singular historia, la de los avatares por los que hubo de pasar esta documentación hasta llegar en su estado actual hasta nuestros días, y es que, como ya afirmase el que fuese párroco de Paradas, el padre don Jesús Remírez Muneta, en su libro 'LAS ANTIGUAS COFRADÍAS DE LA VILLA DE PARADAS ( SevilIa, 1973):
“En el siglo XVI se incendió el archivo de la iglesia de Paradas; por ello faltan los documentos de la primera época: Y en 1936 el archivo parroquial fue arrojado a la calle, esparcidas aquí y alla sus documentos; muchos quedaron hechos pedazos y llevados al muladar por e! carro de la basura. Algunos se pudieron recuperar, entre ellos varios libros de actas de las cofradías paradeñas..."(p. 15).
En relación con los primeros pasos de la Hermandad, !a fecha exacta de su creación nos es desconocida, si bien el primer documento hallado hasta hoy data del año 1600, ya que el Libro de Hermanos Antiguos contenido en el primer volumen de los anteriormente citados, comienza precisamente con dos páginas referidas a la Entrada de nuevos hermanos, fechadas en 1600 y 1602 respectivamente, lo cual nos permite deducir con claridad que la Hermandad ya funcionaba con plena normalidad, como mínimo, desde finales del siglo XVI, continuando su andadura lo largo del siglo XVII como una de las Hermandades mas destacadas de las que entonces existían en Paradas, tal y como reflejan las sucesivas Entradas de hermanos o los inventarios y estados de cuentas realizados a lo largo de toda la centuria y en los que la Hermandad demuestra su vitalidad, su riqueza patrimonial y su arraigo entre los paradeños.
La cofradía pocesionaba tradicionalmente el Viernes Santo par la tarde y la mañana del Domingo de Resurrección, rindiendo culto a tres imágenes: Dulce Nombre de Jesús. Jesús Yacente y Cristo Resucitado.
El atuendo de los penitentes consistirá en túnica, antifaz, capirote y guantes negros, cinto blanco y escudo y emblema sobre el pecho.
La prosperidad de la Hermandad continuara hasta bien entrado el siglo XVIII, tal y como refleja un inventario realizado en 1717 y que nos permite afirmar que su situación económica, era, cuando menos, desahogada, gracias fundamentalmente a sus posesiones rusticas (principalmente tierras de olivar) repartidas por numerosos términos de la villa y que le permitían el disfrute de cuantiosos bienes y enseres propios de sus actividades y naturaleza. También poseía la cofradía ciertos inmuebles urbanos, así como gozaba de las donaciones y aportaciones, no solo de sus propios hermanos, sino también de no pocos vecinos particulares. De esta forma, en dicho año, y con 550 reales de renta anual, la Hermandad y Cofradía del Dulce Nombre de Jesús y Santo Entierro de Cristo ocupaba el cuarto lugar en importancia económica de las nueve hermandades existentes en Paradas en ese memento. Estaba pues, precedida por la importantísima Hermandad de la Veracruz y las de Nuestra Señora de la Cabeza y Jesús Nazareno, siendo las siguientes, y también según el orden de sus rentas, la del Santísimo Sacra¬mento, la de Nuestra Señora del Rosario, la de Nuestra Señora de los Remedies, Animas Benditas y Nuestra Señora de Consolación.
Sin embargo, esta buena situación parece que va a sufrir un importante cambio en torno a 1724, y aunque las actas de la época no ofrecen apenas detalles lo que parece indiscutible es que la Hermandad va a entrar en un periodo de precariedad, debiendo, incluso, los hermanos con mayor poder económico (normalmente a través del cargo de mayordomo) ejercer de prestamistas, a fin de que pueda la cofradía seguir subsistiendo, si bien con no pocas dificultades tal y como continuamente se refleja en las actas de la misma. Como ejemplo, tomemos este ex-tracto del acta correspondiente al 13 de abril de 1783 y donde los miembros del cabildo: “dijeron que mediante hallarse con algunos fondos, aunque no los precises, acordaron se hiciese la función el viernes Santo que tiene uso y costumbre dicha hermandad..".
De igual forma, tampoco podemos fijar con exactitud cuando comienza la recuperación, si bien ya en 1791, en el cabildo celebrado el 17 de abril, encontramos lo siguiente: "...y así mismo acordaron mediante haberse estrenado la iglesia nueva y hallarse indecente el sitio en que debe colocarse su Majestad, se le haga un retablo nuevo...".
Dicho retablo fue encargado al maestro tallista de Paradas, don Bruno Casau y su coste fue de 5.000 reales de vellón, así como su posterior dorado supuso el desembolso de otros 4.580 reales.
A su vez también constituye una prueba de que el tremendo bache se hallaba completamente superado a fines del siglo XVIII, el préstamo que en 1798 la Hermandad se verá obligada a realizar a la Corona, el cual ascendió a 2.000 reales de vellón, la mitad prestada y la otra mitad "en donativo gracioso", a fin de colaborar en la financiación de la guerra que por entonces mantenía España con Gran Bretaña.
En esta dinámica de recuperación entramos en el siglo XIX, donde parece llegado por fin el momento de la estabilidad, volviendo poco a poco a verse restablecido, e incluso incrementado: el patrimonio de la Cofradía. Buen ejemplo de ello Io encontramos en 1803, cuando se compra una nueva túnica y un cordón de oro fino para el Nino Jesús, así como se efectúan obras de reconstrucción en el camarín, todo ello con un coste de 4.972 reales
Es tal la tranquilidad en la que se desenvuelve la Hermandad, que esta no va a verse turbada ni tan siquiera por la ocupación francesa de nuestro país y la consiguiente Guerra de la Independencia (1808-1614), o al menos esa es la sensación que transmite la lectura de sus actas, pese a que en el cabildo celebrado el 30 de mayo de 1808, vemos como la Junta de gobierno establecida en Sevilla le ordena a la hermandad que colabore con la lucha contra /as tropas napoleónicas... “…si dicha cofradía tiene algunos reales o enseres con que poder subvenir a las presentes urgencias da la Corona por hallarse en guerra contra Francia…”
A dicho requerimiento respondió la Hermandad vendiendo cierta cantidad de aceite de su propiedad, lo que le permitió efectuar un donativo gratuito a dicha Junta por valor de 130 reales.
Fruto de esa continuidad en las actividades de la Cofradía, se decide enviar en 1817 al Supremo Consejo de Castilla unas nuevas Reglas de la Cofradía "para ser aprobadas y con ello dar personalidad legal a la Hermandad con todos los derechos para tener bienes, vender y demás propiedades inherentes a su personalidad civil reconocida",
En 1822 además, se encargara el sepulcro nuevo al artista Miguel Abim, el cual costo 11.000 reales.
Sin embargo, en 1837 daba comienzo la mal llamada "desamortización” de Mendizábal, que mas bien iba a suponer una expropiación forzosa de buena parte de los bienes eclesiásticos y entidades religiosas, entre ellos los de las Hermandades y Cofradías.
El golpe estuvo a punto de ser mortal para una Hermandad como la del Santo Entierro, que, como vimos, obtenía gran parte de sus ingresos a partir de sus posesiones rusticas, fundamentalmente olivares (3'8 hectáreas).
Solo el sustento proporcionado por una serie de mecenas locales iba a evitar su total desaparición. Podemos destacar entre otros benefacto¬res a doña María de la Cabeza González Aguilar, don Luis Vázquez Espejo y don José González y González, quien fue alcalde de Paradas y bajo cuyo mandato se coloco el reloj de la iglesia.
Si bien la Hermandad siguió existiendo, la verdad es que su situación era bastante precaria, estando en todo momento sus actividades muy mermadas.
Así no es de extrañar que para el sufragio de una nueva imagen del Cristo Yacente, se recurriera en 1S99 a las mas diversas formulas de financiación, entre ellas la rifa de un "hermoso becerro". Pese a las dificultades, en 1900 será bendecida la nueva imagen, obra del artista sevillano Manuel Gutiérrez Cano, el cual percibió 1.500 pesetas por su obra. Los actos en torno a la consagración de la nueva imagen contaron con un apoyo extraordinario entre toda la población, como da fe el acta levantada en su día por el ilustre notario don Bartolomé Torralba Bazán.
Reverdecía viejos laureles la cofradía y a ello contribuía además la generosidad de personas como doña Desamparados Avecilla Pastor, quien donó en 1905 una magnífica sabana de tul bordada en oro, valorada en 250 pesetas. En 1909 donó también el pendón de terciopelo negro y oro que actualmente es el que posesiona por las calles de Paradas y que en su día costo 487,50 pesetas.
Consecuencia probablemente de esta nueva etapa de prosperidad y popularidad de la hermandad, el 25 de febrero de 1912 se reúnen los hermanos en cabildo extraordinario, presidido por don Rafael Barea Díaz cura párroco y rector de la cofradía, con la intención de dar "una prueba de vitalidad, ya que desde el año de 1827… no se había celebrado cabildo alguno, a pesar del tiempo transcurrido y de los sucesos y cosas que han ocurrido y muchas de ellas de gran relieve y de importancia suma para los intereses, marcha normal y desarrollo de la misma; creyéndose un deber de verdadera justicia el consignar este acta en el libro antiguo de la Hermandad, con el fin de no aparecer esta, ante las miradas de las generaciones que nos sucedan, como entidad religiosa caducada, y si por el contrario, acreditar ante tas mismas que nuestra cofradía no ha dejado ni un solo año desde su fundación de practicar la norma estatuida en sus reglas..."
El texto es sin duda relevante y podernos pensar que a partir de esa fecha la hermandad revivirá momentos de esplendor, al menos hasta la llegada de la Segunda República, periodo en el que parece comienzan de nuevo las dificultades, las cuales culminaran en 1936, año en que serán destrozadas las tres imágenes titulares de la Hermandad, así como su preciada urna. De esta forma, la Hermandad va a tocar fondo y, pese a la salida fundamentalmente simbólica de 1948, no será hasta 1975, cuando se produzca su actual reorganización.
Efectivamente, el Domingo de Resurrección de 1975, con ocasión de una comida celebrada por la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Paradas, se reunían diferentes comensales, todos ellos personas creyentes y relacionadas con el mundo cofrade. De entre ellos destacaba nuestro cura párroco, el tan mencionado ya, don Jesús Ramírez Muneta, quien, como ya vimos, era un profundo conocedor y admirador de las cofradías paradeñas.
A! parecer, fue el propio don Jesús, quien en un momento de la conversación sugirió la idea de que dentro de las cofradías paradeñas, existía una especie de “hueco" por cubrir: tal era el de una hermandad tradicionalmente muy arraigada en la Historia de Paradas. Se refería, claro está a la Hermandad del Santo Entierro.
Dicha idea fue acogida con particular agrado e interés por una serie de personas allí presentes, entre ellos, D. Fernando Pérez Fernández, D. Manuel Martin Recacha y D. Manuel Carrión Vargas. Entusiasmados por la posibilidad de que Paradas volviese a disfrutar de una de sus hermandades más queridas y añoradas, estos señores iban a constituir el embrión de lo que posteriormente seria la reorganizada Hermandad y Cofradía del Santo Entierro de Paradas,
Así, empeñados en que la idea de don Jesús no cayese en el olvido, mantuvieron a partir de esa fecha una serie de reuniones con el propio cura párroco, el cual dio su total consentimiento, convirtiéndose en uno de los principales impulsores de dicha reorganización.
De esa forma, durante estos primeros meses, nuestro párroco, siendo fiel a su palabra, mantuvo constantes reuniones con este puñado de personas con vistas a la tan ansiada reorganización de la Hermandad, durante las cuales se esforzaba en infundirles un intenso sentido religioso y cristiano, encaminado a instruir en la forma correcta de ver el mundo de las Cofradías a los que en su día debían ser responsables principales de dicha Hermandad.
A esta serie de reuniones fueron uniéndose poco a poco otra serie de personas, que desde el principio mostraron un vivo interés por res-catar a nuestra Cofradía. Así, podernos citar, aparte de los ya anterior-mente nombrados, a Da. Natividad Siles Gutiérrez, D, Joaquín Barrera Peralta, D. Joaquín Pastor Saucedo y D. Andrés Morell Peguero.
Estos hermanos iban a organizarse en una Comisión Gestora para la Reorganización de la Hermandad del Santo Entierro de Paradas, la cual estaba, como no, presidida por el propio don Jesús Remírez.
Así pues: ya desde Junio de 1975, este reducido grupo de cofrades, casi sin medios, se dispuso a recaudar los fondos necesarios para dicha labor y al mes siguiente hacían su primera rifa, una de tantas de las que posteriormente habrían de hacer a fin de allegar los recursos necesarios para sus propósitos. La misma consistió en un juego de sábanas, siendo el donativo para la papeleta de 10 pesetas.
Los comienzos eran humildes pero no así las ganas y !a ilusión de estos hermanos que no reparaban en esfuerzos para ver algún día en la calle a una Cofradía que ya sentían como parte de ellos.
Sin embargo, un lamentable suceso, la muerte de don Jesús Remírez a principios de 1976, dejó a la Cofradía sin su mayor impulsor y que entre otras tareas, se había encargado personalmente de elaborar las primeras reglas de la Hermandad reorganizada, dejando su fallecimiento paralizado tan trascendental proyecto.
Pero nada podía ya parar el empuje de estos jóvenes cofrades, y el Viernes Santo de 1976, a las 9 horas en punto de la tarde, salía del templo parroquial de San Eutropio, de nuevo, tras largos años de ausencia e innumerables sacrificios, la Hermandad y Cofradía del Santo Entierro de Paradas.
Componían la fila de nazarenos los siete hermanos mencionados anteriormente.
El paso que aquel día pudieron contemplar los paradeños era una obra sencillísima del carpintero de nuestro vecino pueblo de Arahal, don Francisco Saborido Pizarro. Llevaba en su Urna al Santísimo Cristo Yacente que se encuentra hoy día en el retablo, ya mencionado en páginas anteriores, obra de don Bruno Casau y que había pertenecido tradicionalmente a nuestra Hermandad. Dicho paso era portado por 16 costaleros.
Pese a su humildad la seriedad y la compostura de esta primera estación de penitencia constituyeron un autentico exito para la Hermandad, obteniendo así el apoyo de nuevos hermanos a partir de ese momento.
De esa forma, en 1977, ya con un nuevo párroco en nuestro pueblo, don José Gómez Guerrero, pasa a constituirse la Primera Junta de Gobierno tras la reorganización de la Cofradía, disolviéndose así la primitiva Comisión Gestora.
Dicha Junta de Gobierno estaba constituida como sigue: Hermano Mayor: D. Manuel Martin Recacha; Teniente Hermano Mayor: D. Andrés Morell Peguero; Secretario: D. Fernando Pérez Fernández; Mayordomo: D. Manuel Carrión Vargas; Vocales: D. José Manuel Cansino Benjumea, D. Joaquín Barrera Peralta, D. Francisco Carmona Galindo, D, Joaquín Flores Blanco y D. Teodoro Parrilla Flores, Don José Gómez Guerrero, al igual que su antecesor, también iba a influir notablemente en esta nueva etapa que se iniciaba en la dilatada historia de nuestra cofradía.
Tan es así que gracias a su intervención, la Hermandad obtuvo la custodia y uso de su primitivo pendón (el de 1905), así como la sabana de tul bordada en oro de la misma época y los dos libros de actas y cuentas que sirven de base a este trabajo.
El Viernes Santo de 1977, a las 9 de la tarde posesionaba de nuevo la Hermandad (ahora con 75 hermanos) por las calles paradeñas, des-tacando la presencia de 7 nazarenos con edades comprendidas entre los 4 y 6 anos, no siendo ello obstáculo alguno para que realizasen el recorrido completo y de forma ejemplar.
Consecuencia de esta evolución favorable se pudo la Hermandad embarcar en una empresa mayor como era la compra del paso de la Hermandad y Cofradía de los Servitas de Sevilla. El mismo se encontraba en muy buen estado, destacando su enorme seriedad y elegancia.
Según consta en el inventario realizado en su día por D. Manuel Martin Recacha y D Francisco Carmona Galindo (del que hemos extraído la practica totalidad de estos datos referentes a esta ultima etapa de la Cofradía) dicho paso salió ya en 1978 por nuestro pueblo, con una cuadrilla formada per 33 costaleros y precedido esta vez de 110 nazarenos, llevando además una nueva imagen acompañando al Cristo Yacente: la de Maria Santísima de la Amargura. Imagen de candelero tallada en madera de cedro en 1959 por el maestro escultor D. Manuel Hernández León y donada a la cofradía por sus hermanos, don Manuel Carrión Vargas y don Manuel Martin Recacha, fue bendecida el 4 de febrero de 1978 por don José Gómez Guerrero, dándose en dicho acto una circunstancia anecdótica: la ocupación en aquellas fechas del templo parroquial por numerosas personas debido a reivindicaciones laborales, hechos estos que en aquellos años de incertidumbre e inquietud política, eran muy frecuentes.
No fue ello, sin embargo, ningún obstáculo para el acto que alli se celebraba, el cual contó en todo momento con la solemnidad y dignidad requeridas. Poco a poco seguía la Hermandad creciendo, tanto en su labor cristiana como en el número de sus hermanos.
El siguiente año, estrenará la Cofradía un Libro de Reglas, donación de don Fernando Sánchez Rodríguez. En ese mismo año de 1979 iba a tener además, lugar un acontecimiento, por desgracia, casi tradicional dentro de nuestra cofradía: la presencia de la lluvia durante su recorrido en estación de penitencia.
Efectivamente, aunque siempre beneficiosa, la presencia del muchas veces ansiado fenómeno meteorológico, ya en el tercer recorrido realizado tras la reorganización de la Hermandad, obligó a acortar el tradi¬cional trayecto de la misma. Componían la fila de nazarenos en esa ocasión 150 hermanos.
Un ano de significativa trascendencia será 1981, ya que durante el mismo se dieron lugar importantes acontecimientos para nuestra cofradía.
El día 12 de octubre es bendecida por el cardenal arzobispo de Sevilla, don José María Bueno Monreal la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia, imagen titular de nuestra Hermandad, tallada en ma¬dera de cedro por el maestro escultor don Manuel Hernández León en su taller de Sevilla, autor de todo el grupo escultórico que poco a poco irá formando parte de nuestra Cofradía y que actualmente procesiona, ya completo, por las calles de Paradas.
Así, junto al Santísimo Cristo de la Misericordia, también en dicho año son estrenadas las imágenes de Maria Magdalena y San Juan Evangelista, elaboradas en cedro en las partes vistas y en madera de pino, el resto. El conjunto se completará en 1985 con las imágenes de José de Arimatea y Nicodemo, ambas también elaboradas en madera de cedro.
Dichas imágenes reciben la visita y devoción en el templo parroquial de San Eutropio, concretamente en el Altar ocupado tradicionalmente por el Cristo de la Vera-Cruz en el centro de su retablo.
Previa autorización del Sr. Cura párroco, don José Gómez Guerrero, también en 1981 se llevan a cabo las obras de albañilería necesarias, hasta quedar acondicionado de forma adecuada el camarín para las sagradas imágenes titulares de nuestra Hermandad.
El misterio iba a quedar prácticamente completado en 1985, cuando desfile por primera vez por las calles de Paradas el paso que actual-mente procesiona la Cofradía. Esta majestuosa obra esta tallada en madera de caoba, siendo sus dimensiones las siguientes: 4'40 metros de largo por 2'20 metros de ancho (justo lo máximo que permiten las dimensiones del templo parroquial). Es su talla de un fine estilo barroco-churrigueresco, terminándose en 1987 en los talleres del maestro tallista D. Manuel Guzmán Bejarano, autor del mismo. La magnífica composición ha sido rematada con 4 arcángeles en cada esquina de la canastilla, obra como no, de nuestro querido don Manuel Hernández León, los cuales fueron bendecidos por don Miguel Gamaza Rodríguez, cura párroco, el Miércoles Santo del año1992.
En 1994, Su Majestad el Rey, don Juan Carlos I tuvo a bien acceder a ser Hermano de Honor de nuestra Hermandad, hecho que constituye un hito de enorme relevancia para la misma y que contribuyo a la posterior concesión del titulo de Real Hermandad.
En 1995, Monseñor Carlos Amigo Vallejo, arzobispo de Sevilla, presidio la Función Principal dentro de los Cultos que anualmente realiza la Hermandad, los cuales se encuadran dentro de las labores propiamente litúrgicas que lleva a cabo regularmente la misma, entre las que podemos entresacar la solemne procesión en Vía Crucis del Santísimo Cristo de la Misericordia, imagen titular de nuestra Hermandad y que, debido al turno rotatorio establecido entre las tres hermandades de nuestra localidad, se realiza cada tres años por parte de nuestra cofradía.
Asimismo la Hermandad celebra cada año durante el mes de noviembre, coincidiendo con la Festividad de Todos los Santos y Fieles Difuntos, el Besapies al Santísimo Cristo de la Misericordia, especialmente dedicado a todos nuestros hermanos difuntos.
El primer sábado de febrero, se organiza un solemne Besamanos a María Santísima de la Amargura y durante la Cuaresma, tiene lugar el solemne Triduo en Honra a sus Amantísimos Titulares, así como la Función Principal de Instituto y correspondiente Procesión Claustral.